Un lugar aquí en la
Tierra
Al
fin, parece, encontré
un
lugar aquí en la Tierra:
el
balconcito de casa
—frente
a un mar de fantasía,
junto
a un bosque imaginario
y
a una imaginaria sierra.
Al
fin, parece, encontré
un
lugar en este Mundo:
es
el balcón de Amambay
—con
sus álamos y fresnos,
sus
gorriones, benteveos
y
su cielo azul profundo.
“No
es mucho”, pensará alguno
—es
bastante, para mí—;
un
lugar en esta Tierra,
un
lugar en este Mundo,
le
anda cerca, me parece,
a
eso de “ser feliz”.
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