El sol del otoño
es suave y armonio-
so; ¡sol de regalo,
si tuviese un moño!
El árbol quedó sin hojas,
las ramas no tienen nada,
y contra un cielo de otoño:
sólo las ramas peladas.
¡Las bocinas, las bocinas,
cómo hinchan las bocinas!
Las bocinas, las bocinas,
cómo hinchan las bocinas;
las bocinas de los autos,
las bocinas de las motos,
y hasta las bocinas finas
de lujosas limusinas.
¡Las bocinas, las bocinas,
cómo hinchan las bocinas!
Las bocinas, las bocinas,
cómo hinchan las bocinas;
en la calle, la avenida,
la autopista, el bulevar,
y también esas bocinas
que suenan en las esquinas.
¡Las bocinas, las bocinas,
cómo hinchan, cómo hinchan,
cómo hinchan las bocinas!
Hoy los dos estamos tristes
porque has debido partir.
Con un “chau” te despedistes
cuando en la estación me vistes.
Hoy los dos estamos tristes,
tristes porque ya te fuistes
y has tenido que partir.
Me gusta la ropa,
la ropa gastada,
que no tenga apresto
ni esté almidonada.
Me gusta la ropa,
la ropa usada,
que esté blanda y suave,
limpita y planchada.
El sol brilla por su ausencia,
está oscuro, apagado;
ya no canta, ya no ríe,
anda triste, está callado.
Éste es un sol desolado,
éste es un sol de ceniza;
¿adónde fue su alegría?,
¿dónde andará su sonrisa?
Cielo grisáceo, blancuzco,
cielo triste, sol sin sol;
un otoño desmayado,
un otoño que enfermó.
Estoy requeteocupado
siendo sólo lo que soy,
ocupado todo el día,
ocupado ayer y hoy.
Estoy requeteocupado
siendo sólo lo que soy,
no yendo a ninguna parte,
estando aquí donde estoy.
Cuando las sombras se alargan
es que el invierno está cerca;
el aire frío y el viento
ya están golpeando a mi puerta.
Ahora que llegó el frío
el árbol perdió el follaje;
él perdió toda su ropa,
él se quedó sin su traje.
Ahora que llegó el frío
el árbol perdió las hojas;
el viento agita sus ramas
y la lluvia se las moja.
Cada vez que pasa un tren
yo me pongo a saludar;
pienso “¿a dónde irá la gente?”,
pienso “¿a dónde?, ¿a qué lugar?”
Cada vez que pasa un tren
yo me pongo a saludar;
es mi modo de ir con ellos,
es mi modo de viajar.
La última hojita del árbol
¿caerá o no caerá?
Yo creo que, si no hay viento,
un día más quedará.
Hay un banco en esta plaza,
que siempre, siempre me espera,
con sus patas de metal
y sus tablas de madera.
Nieva frente a mi ventana
nieve de copos dorados;
son las hojas de los árboles
que caen por todos lados.
Nieva frente a mi ventana
nieve de copos dorados;
son las hojitas de otoño:
el otoño ha llegado.
En mi calle hay una alfombra
hecha de hojas amarillas
que cubren el empedrado,
el cordón, la alcantarilla;
las hojas cubren mi calle,
la alfombran de orilla a orilla.
El sol de otoño
me da modorra.
Yo me recuesto
bajo la parra.
Me quito el saco,
también la gorra.
¡Dormir al sol
es una farra!
Hay música a la mañana,
tra-la-la, tra-la-la,
y hay música al mediodía.
La música de la vida,
tra-la-la, tra-la-la,
la música de la vida.
Hay música a la noche,
tra-la-la, tra-la-la,
hay música todo el día.
Esa música es la vida,
tra-la-la, tra-la-la,
esa música es la vida.
El sillón de mi dentista
es un sillón especial,
en él soy un astronauta
en pleno viaje espacial.
Vivir para vivir, así quiero vivir.
Vivir para vivir, así voy a vivir.
Vivir para vivir, así nomás vivir.
Vivir para vivir: ¡vivir, vivir, vivir!
Me gusta el “no sé”,
me gusta el “tal vez”,
me gusta el “veamos”
y el “vamos a ver”.
Me gusta hacer preguntas,
mirar, ver, indagar,
y a las mismas preguntas,
me gusta preguntar.
Me gusta hacer preguntas,
una vez y otra vez,
despierto, alerta, atento,
para ver lo que es.
Me gusta hacer preguntas,
también con la mirada,
con los ojos abiertos
y la boca cerrada.
Me gusta el “no sé”,
me gusta el “tal vez”,
me gusta el “veamos”
y el “vamos a ver”.
Con mi triciclo recorro
la cuadra donde yo vivo
y lo primero que veo
es la casa de mi amigo.
Después viene el almacén,
el que atiende Don José,
que cuando paso me dice:
“buen día, ¿cómo está usté?”
Con mi triciclo recorro
la vereda de mi cuadra
y en el jardín con la reja
hay un perro que me ladra.
Llego a la verdulería,
la de del señor italiano
que de atrás del mostrador
me dice “chau” con la mano.
Con mi triciclo recorro
esta vereda tranquila
y paso frente a la casa
con el cartel de “SE ALQUILA”.
Justo al llegar a la esquina
está la puerta del bar;
al fondo, en la mesa verde,
están jugando al billar.
Con mi triciclo recorro,
como en avión a motor,
mi cuadra, de punta a punta,
sintiéndome un aviador.
El ascensor de mi casa
tiene puertas corredizas,
un panel con diez botones
y cuatro paredes lisas.
Sube y baja, baja y sube
llevando a toda la gente:
el dentista, la abogada,
la maestra y el gerente.
El ascensor de mi casa
tiene un espejo brillante;
en él me veo reflejado
cuando me paro delante.
Una flecha luminosa
indica hacia dónde va:
si es roja, es que está subiendo,
si es verde, bajando está.
El ascensor de mi casa
es como una enorme caja
en la que uno está encerrado
hasta que por fin se baja.
Él hace su recorrido
del subsuelo a la terraza,
pero cuando yo lo llamo
para en el piso de casa.
El ascensor de mi casa
sólo una vez se rompió,
y un señor de casco rojo
enseguida lo arregló.
Siempre subiendo y bajando
siempre el mismo recorrido;
a veces pienso que el pobre
debe estar muy aburrido.
Se me vuela la cabeza,
se me vuela la cabeza,
en la calle, en la plaza,
en mi casa, en mi pieza...
Se me vuela con el cielo,
se me vuela con las nubes,
se me vuela la cabeza,
mi cabeza sube y sube.
La cabeza se me vuela,
la cabeza se me vuela,
cuando camino hasta el parque,
cuando vuelvo de la escuela...
Se me vuela con los pájaros
y con una mariposa,
se me vuela la cabeza
detrás de una nube rosa.
Se me vuela la cabeza,
se me vuela la cabeza,
de mañana, por la tarde
y cuando la noche empieza...
Se me vuela con la luna
cuando me voy a la cama,
se me vuela la cabeza,
se me va por la ventana.
“¿Y cuál de todas las flores
será la flor más hermosa?”,
se pregunta el Jardinero
que anda con la mariposa.
“Cada flor es una flor”,
le dice la mariposa;
“el jazmín, la margarita,
la violeta y la rosa”.
“La hermosura no es la flor”,
agrega la mariposa;
“la hermosura es una cosa
y la flor es otra cosa”.
Entonces piensan a coro,
Jardinero y mariposa:
“la hermosura es una idea
que sobre la flor se posa”.
Está tan lindo este sol,
un sol de playa y de mar,
que, sentado en mi balcón,
yo me voy a navegar.
“¿Qué día es hoy?”,
se pregunta el Jardinero.
“Es cielo y sol:
hoy es cielo y sol de enero.”
Voy a soñar que yo sueño
un sueño lindo y profundo;
voy a soñar que yo sueño
que en ese sueño me hundo.
Una nube sube y sube,
sube otra y otra más;
una nube sube y sube:
cien nubes suben detrás.