31 de mayo de 2012

Preverbios

Proverbios que se expresan sin recurrir al uso de las palabras.
En la ilustración N° 1 vemos una versión de "Tanto va el cántaro a la fuente...", a cargo de un discípulo de Marcel Marceau.



Y en la ilustración N° 2 podemos apreciar la versión en sombras chinescas de "En casa de herrero..."


(También podría ser que la primera representara "Al que madruga Dios lo ayuda...", y la segunda "Pecar es humano y perdonar es divino". Ventajas y desventajas de género, pensamos.)

30 de mayo de 2012

El Jardinero Mágico



"Agua y amor es lo mejor", 
 piensa el Jardinero Mágico.


















(El Jardinero Mágico se publica regularmente en Imaginaria.)

29 de mayo de 2012

El sol volvió - en broma (pero en serio)






















¡Qué maravilla, el sol brilla!...
 
¡Qué maravilla, el sol brilla!
(Yo pensé que se había ido,
pero veo que ha volvido.)

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Peor que estar sin teléfono...

Peor que estar sin teléfono
o sin líquido vital,
o estar sin luz o internet
(¡qué molestia sin igual!),
peor que todo eso junto,
si el sol no brilla en el cielo:
¡es la pálida total!

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Qué susto que me dio el sol...

Qué susto que me dio el sol,
pensé que se había muerto;
estaba sólo dormido
y ahora, otra vez: ¡despierto!






El Jardinero Mágico



"Si no fuera jardinero sería pescador", 
piensa el Jardinero Mágico.


















(El Jardinero Mágico se publica regularmente en Imaginaria.)

27 de mayo de 2012

Hay días en que me parece...






















Hay días en que me parece
que el sol ya no vuelve más,
que se ha ido para siempre
y nunca regresará.

24 de mayo de 2012

Un otoño de ramitas
















Un otoño de ramitas,
de hojitas secas, de amor;
el otoño entró en mi vida
lleno de cielo y de sol.

Un otoño de ramitas,
de hojitas secas, de amor;
el otoño de mi vida,
lleno de cielo y de sol.

23 de mayo de 2012

El chico que estaba adelantado

   


     El chico que estaba adelantado
           
     Esa mañana, Miguel se levantó antes que él. Es decir, antes que él mismo.
     Fue al baño, y encontró que ya estaba cepillándose los dientes, y, mientras se lavaba la cara, notó que ya se la estaba secando.
     Todo el día fue así: mientras subía al colectivo vio cómo ya estaba sentado en el asiento del fondo, al lado de la ventanilla, en clase, levantó la mano justo después de haber respondido a la pregunta de la maestra, y, en el recreo, se colocó detrás de él mismo en la cola del quiosco.
     Comió los fideos mientras pelaba la manzana del postre, y se sentó al lado suyo a hacer la tarea (cada cosa que leía en el libro de historia parecía que ya la había leído antes).
     Miró un rato la tele antes de irse a la cama (los dibujitos animados empezaban y terminaban al mismo tiempo), y, por la ventana de su dormitorio, vio cómo brillaba esa luna que ya se había ocultado detrás de unas nubes.
     “Es normal, eso pasa cuando estás creciendo”, le había dicho su mamá mientras cenaban.
     De todos modos, al irse a dormir, Miguel retrasó un poquito el reloj que estaba sobre su mesa de luz.

          Douglas Wright
    
    

22 de mayo de 2012

Mir y yo - (como pájaros)


  


     Mir y yo - (como pájaros)

     Mir y yo flotábamos por el aire. Como pájaros, decían algunos. Pero Mir y yo pensábamos que era al revés y que eran los pájaros los que volaban como nosotros. (“Se volaban”, decíamos en broma.)
     (Y así, “volados”, íbamos nosotros por encima de los árboles de la plaza —unos que se ponen morados cuando llega el otoño.)
     Mir y yo nos sentábamos en un banco, durante meses y meses, a ver pasar las estaciones. La primevera y el otoño eran nuestras preferidas.
     Ella sabía los nombres de los árboles, y yo sabía cómo pensaban y sentían. (A veces, ella también. Por eso éramos amigos.)
     Mir y yo jugábamos a mirarnos a los ojos (al único ojo que cada uno tenía), fijamente, durante años, siglos, milenios.
     En realidad, cuando Mir y yo nos mirábamos a los ojos, el tiempo desaparecía. Y nosotros también. No había más Mir, y no había más yo. Todo era un solo ojo que se miraba a sí mismo.
     Mir regresó a su planeta hace muchos, muchos años (milenios, tal vez). Y yo me quedé en el mío (este planeta de primaveras, otoños y plazas).
     A veces, me parece que los pájaros de la plaza se sientan en una rama, durante meses y meses, a ver pasar las estaciones, y juegan a mirarse a los ojos durante siglos, milenios.
     Y flotan por el aire, tal como Mir y yo volábamos por el aire, como pájaros.


        Douglas Wright

    
    

17 de mayo de 2012

Con-jugando (dos versiones)




















Con-jugando 1 (versión reducida)


Yo soy yo.
Yo soy tú.
Yo soy él.

Tú eres yo.
Tú eres tú.
Tú eres él.

Él es yo.
Él es tú.
Él es él.



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Con-jugando 2 (versión extendida)


Yo soy yo.
Yo soy tú.
Yo soy él.

Tú eres yo.
Tú eres tú.
Tú eres él.

Él es yo.
Él es tú.
Él es él.

Nosotros somos nosotros.
Nosotros somos ustedes.
Nosotros somos ellos.

Ustedes son nosotros.
Ustedes son ustedes.
Ustedes son ellos.

Ellos son nosotros.
Ellos son ustedes.
Ellos son ellos.

Todos somos todos.
Todos somos todos.
Todos somos todos...


16 de mayo de 2012

Una poesía de parches





















Una poesía de parches
de cuadritos de color,
como una manta tejida,
tejida con mucho amor.

Un parche azul es el cielo
y uno amarillo es el sol,
y un parche verde es la plaza
donde todo es resplandor.

Unos parches de poesías,
de poesías de color,
tejidos como una manta,
como una manta de amor.

Un parche negro es la noche
y un parche blanco es el día,
uno gris es la tristeza
y uno rojo es la alegría.

Una poesía de parches
de cuadritos de color,
tejida como una manta,
como una manta de amor.


15 de mayo de 2012

Una jirafa muy normal

    
    
 

     Una jirafa muy normal

     Esta es la historia de una jirafa normal.
     Esta es la historia de una jirafa muy normal. Tan normal como un buey.
     Bueno, esta es la historia de una jirafa que quería ser un buey (lo que, al parecer, es bastante normal entre las jirafas —al menos entre las jirafas que quieren ser un buey).
     ¿Qué puede haber más normal que una jirafa que quiere ser un buey?, pensará alguno.
     La cuestión es que esta jirafa estaba convencida de que era un buey que se había convertido en una jirafa (porque, al parecer, cuando era buey, lo que más quería era ser jirafa).
     En fin, esta jirafa normal (que quería ser un buey porque creía que antes había sido un buey que quería ser una jirafa) llevaba una vida normal, muy normal.
     Por la mañana salía a volar con las bandadas de flamencos, al mediodía corría carreras con las liebres (que siempre ganaban las tortugas), por la tarde dormía la siesta entre las algas del fondo de la laguna, y al atardecer rumiaba en silencio con los elefantes hasta la hora de volver a su casa.
     Cuando llegaba la noche se paraba bajo la luna (justo debajo de la luna) y cantaba canciones normales, muy normales, en las que relataba las aventuras de una mariposa que quería ser un pájaro carpintero.
     Lo que nadie puede imaginar es qué hubiera sido de esta jirafa tan normal si, tal como ella lo deseaba, se hubiese convertido en un buey.
     Mejor así, pensará alguno.


     Douglas Wright
   

    

Un día tranquilo


    
    
     
     Un día tranquilo 

     Miguel se levantó de la cama, se lavó la cara y los dientes, tomó el desayuno y pasó toda la mañana jugando en el jardín de su casa.
     Después de almorzar durmió la siesta.
     Por la tarde jugó con su autito de madera hasta la hora de la merienda, y después leyó un libro y miró la tele hasta que lo llamaron a cenar.
     Cuando terminó de comer el postre subió a su pieza, se puso el pijama y se preparó para ir a dormir.
     Iba rumbo a la cama cuando tropezó con su autito de madera.
     Miguel cayó por la ventana abierta y fue a parar sobre un caballo que lo lanzó sobre un camión que iba rumbo al aeropuerto donde un avión lo llevó volando sobre unas montañas hasta un río donde se lanzó en paracaídas para ir a dar sobre un barco que luego de caer por unas cataratas atravesó un lago hasta llegar al puerto donde un ómnibus lo llevó hasta la puerta de su casa donde estaba su mamá sacando la basura.
     Miguel se fue a la cama pensando que, salvo por los últimos acontecimientos, había tenido un día tranquilo.


     Douglas Wright

    
    

10 de mayo de 2012

¡Qué lindo, cuando está feo!...




















¡Qué lindo, cuando está feo,
quedarme aquí, en la cama,
y ver cómo viento y lluvia
golpean contra mi ventana.


8 de mayo de 2012

Desde este lugar perdido...



















Desde este lugar perdido,
desde este rinconcito,
yo veo hasta el fin del mundo,
yo veo hasta el infinito.



¡Qué lejos que puedo ver!



A lo lejos puedo ver
las nubes que lleva el viento,
¡pero veo mucho más lejos
cuando yo miro hacia adentro!

¡Qué lejos que puedo ver
en un día despejado!,
pero veo mucho más lejos
si hacia adentro yo he mirado.



Siempre estoy dentro de mí

























Por más lejos que yo vaya,
a la montaña o al mar,
siempre estoy dentro de mí,
y no lo puedo evitar.

Siempre voy conmigo mismo,
dondequiera que yo vaya,
siempre estoy dentro de mí,
ya sea en el mar o en la playa.

Por más que vaya o que venga,
a todos lados me llevo,
siempre estoy dentro de mí,
siempre conmigo me quedo.


7 de mayo de 2012

Qué maravilla, mi calle brilla




















Qué maravilla,
mi calle brilla;
copos dorados,
por todos lados,
suben al cielo,
caen al suelo,
y con la brisa,
vuelan sin prisa.


Brilla amarilla
la alcantarilla,
y la vereda
de oro se queda;
nieve dorada,
nieve encantada,
nieve especial:
¡magia otoñal!


El fresno frente a mi casa...






















El fresno frente a mi casa
se deshoja en mariposas
que con la brisa de otoño
revolotean silenciosas.


A los fresnos de mi calle...
























A los fresnos de mi calle
los han tocado las hadas,
ahora caen de sus ramas
mágicas hojas doradas.


6 de mayo de 2012

El Jardinero Mágico



Tres Jardineros Mágicos
marchan rumbo a su trabajo.



















(El Jardinero Mágico se publica regularmente en Imaginaria.)

¡Uy!, cuántos “yo” que “yo” somos

























¡Uy!, cuántos “yo” que “yo” somos,
tres o cuatro, tal vez más;
uno es un Jardinero,
otro se llama Tomás,
otros, Martín y María,
y Luciano y su mamá.

¡Uy!, cuántos “yo” que “yo” somos,
seis o siete, tal vez más;
uno es un humorista,
otro sabe dibujar,
uno hace las canciones,
y otro las puede cantar.

¡Uy!, cuántos “yo” que “yo” somos,
veinte o treinta, tal vez más;
uno es un detective
que vive en “L. A.”,
otro es un perro que vuela,
y otro es un héroe: Bookman.

¡Uy!, cuántos “yo” que “yo” somos,
ya no los puedo contar;
“yo” de antes, “yo” de ahora,
y muchos, muchos “yo” más,
y si aparece un “yo” nuevo,
entonces: ¡a festejar!


1 de mayo de 2012

Uno, dos, tres: ¡rock!




Uno, dos y tres,
cuatro, cinco y seis,
siete, ocho y nueve
y después un diez.

Si puedes contar,
tú podrás cantar
este rocanrol
hasta el final.


Me gusta contar,
me gusta cantar,
cuento, canto y cuento
hasta el final.

Me gusta cantar,
me gusta contar,
canto, cuento y canto
hasta el final.


Dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho,
ocho y dos son diez.

Si puedes contar,
tú podrás cantar
este rocanrol
hasta el final.


Me gusta contar,
me gusta cantar,
cuento, canto y cuento
hasta el final.

Me gusta cantar,
me gusta contar,
canto, cuento y canto
hasta el final.


Uno, dos, tres: ¡rock!


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Canción: Uno, dos, tres: ¡rock!