27 de julio de 2013

Los misterios de la abuela Agatha - Develando la estructura de un “Misterio de la abuela Agatha” (a gatas un misterio)





Los misterios de la abuela Agatha

Develando la estructura de un “Misterio de la abuela Agatha” (a gatas un misterio)


 
1. Asesinato Nº 1 en el pasado, diez años atrás (primer enigma).

2. Investigación en el presente, veinte años después (segundo enigma: ¿diez años hacia atrás, veinte años hacia adelante?, hmmm).

3. Viaje en tren por la campiña inglesa (lovely!). (Es un enigma que todavía exista la campiña inglesa...)

4. Asesinato Nº 2 (ningún enigma, todos lo estábamos esperando).

5. Aparición del inspector de la policía local.

6. Té en un cottage de la campiña inglesa (lovely!).

7. Asesinatos Nº 3 y Nº 4.

8. El inspector investiga (inspecciona, en realidad). La abuela Agatha teje (o hace de cuenta que teje) mientras ella también investiga (más enigmas: ¿qué teje la abuela?, ¿por qué nunca termina su tejido?).

9. Flashback a un lugar remoto y exótico como Egipto, la India (o Buenos Aires).

10. Después del flashback todas las relaciones entre los personajes sufren un cambio (¡y cómo lo sufren!): los que eran padres son tíos, los que eran primos son hermanos, el que era el hermano mayor es el menor (y viceversa), la chica pobre es una señora rica y el muchacho pobre es un señor millonario (¡en libras esterlinas!). (El perro se salvó: sigue siendo perro...)

11. Asesinato Nº 6 (enigma: ¿qué le ocurrió al asesinato Nº 5?).

12. El inspector local (que frente a la abuela Agatha juega como visitante), a instancias de Agatha, reúne a todos los personajes implicados (y sospechosos) en la sala de estar de la casa del vicario (que no es un personaje implicado ni sospechoso pero tiene una hermosa sala de estar —lovely!), en donde nadie toma el té por temor a que esté (es té) envenenado. Todos menos uno, el culpable, que, viéndose descubierto por la abuela Agatha (ante la mirada atónita del inspector que estaba seguro de que el culpable era otro), se suicida tomando el té envenenado.

13. (¡Trece!) Aliviados por la resolución del caso que tenía al pequeño pueblo de la campiña (lovely!) en vilo, todos festejan tomando el té (olvidando por un instante fatal que estaba envenenado) y mueren como moscas (como los diez indiecitos de la canción infantil, en realidad).

La abuela Agatha también toma el té envenenado (más por solidaridad que por olvido) y es reemplazada por otra actriz (tal como ocurre con frecuencia con Sherlock Holmes, por ejemplo).

14. Un enigma final antes del FIN (todo con mayúsculas): por qué se titulan “Los misterios de la abuela Agatha” y no “Los enigmas de la abuela Agatha” estos relatos llenos de enigmas es un verdadero misterio.

 
Douglas Wright


Los misterios de la abuela Agatha - El caso de las catorce esposas





Los misterios de la abuela Agatha
  
El caso de las catorce esposas



Nadie se había dado cuenta de que Sir Henry Wimpole del condado de Sussex tenía catorce esposas salvo la abuela Agatha.

Algunas cuestiones llamaron la atención a su ojo inquieto.

1. Las catorce mujeres que vivían en la mansión Wimpole (del condado de Sussex) se llamaban Mary: Mary Wimpole. Todas.

2. En la parte central de la planta alta había una habitación con un cartelito en la puerta con la inscripción “H. W.” (“Henry Wimpole, sin duda”, pensó la abuela Agatha) y siete habitaciones a cada lado —siete en el ala derecha y siete en el ala izquierda de la misma planta. Cada habitación contaba también con un cartelito en la puerta con inscripciones que iban desde “M 1” hasta “M 14”. (“M 1”, “M 2”, “M 3” hasta llegar a “M 7”, hacia la derecha; “M 8”, “M 9”, “M 10” hasta llegar a “M 14”, hacia la izquierda.)

“Bonito, simétrico, pero raro”, pensó Agatha. “Una, puede ser.” “Dos, tres y hasta siete, tal vez.” “¡Pero catorce!” “Aquí hay algo raro, muy raro”, volvió a pensar. (Aunque pensamos —intuímos, en realidad— que fue más intuición que pensamiento.)

3. El hecho de que todas se llamaran “Mary” le recordó que Sir Henry era famoso por dos cosas (aunque algunos opinan que era una sola): su falta de memoria y su extraño sentido del humor.

4. Otra cuestión llamó la atención de la abuela Agatha: las catorce mujeres eran de distintas nacionalidades y hablaban idiomas diferentes. (“¡Catorce nacionalidades, catorce idiomas! Hmmm...”, pensó Agatha.)

Buscando, buceando, chequeando en los archivos parroquiales (cruzando referencia, como dicen ellos) la abuela Agatha descubrió que una vez al año, en la misma fecha, Sir Henry concurría a la vicaría a casarse, otra vez (una y otra vez...), con Mary Wimpole.

El vicario lo había notado, y el notario también (después de todo, ése era su oficio), pero lo atribuyeron a la falta de memoria de Sir Henry. (También notaron que las mujeres eran diferentes cada vez, pero todos saben lo reservados que son los ingleses—en especial los vicarios y los notarios— en estos asuntos.)

Resultado: Sir Henry era el asesino, sin duda, aunque en este caso no se hubiera cometido un asesinato.

Epílogo.

Cada vez que la abuela Agatha se refiere a “El caso de las catorce esposas”, el condado aludido es el de “Su-Sex” (el de sir Henry, suponemos).

(Aquí es donde vienen los créditos del final pero, como ésta es una versión pirata, han sido eliminados...) (Un misterio más para la abuela Agatha, pensamos.)

 
Douglas Wright


Los misterios de la abuela Agatha - Las escamas del pez de Calais





Los misterios de la abuela Agatha

Las escamas del pez de Calais



Nadie se había dado cuenta de que Charles había nadado de ida y de vuelta el Canal de la Mancha salvo la abuela Agatha.

(Tanto Charles como Agatha —junto con diez sospechoso más— habían sido invitados a pasar unos días en una magnífica mansión de la costa. La abuela Agatha era invitada siempre que un crimen se estaba por cometer...)

Charles había partido inmediatamente después de la cena, y había regresado justo antes del desayuno fresquito como una lechuga.

Dos escamas en la mejilla derecha de Charles llamaron la atención de la abuela Agatha (dos escamas de un pez que sólo se hallaba en la costa de Calais —al otro lado del Canal de la Mancha).

“Una escama, vaya y pase”, pensó Agatha; “dos constituyen una prueba irrefutable: Charles es el asesino”.

(Como ocurre en este tipo de historias, importa más quién es el asesino que quién es el asesinado —a menos que el asesino mismo sea asesinado.)

Epílogo.

La abuela Agatha no albergaba rencor alguno contra Charles, que sólo había sido el objeto de su inagotable curiosidad. Como prueba de ello —y de su espíritu de “buena deportista”— utilizó el argumento de las escamas para lograr que Charles fuera juzgado en Francia, donde no existe la horca —y donde la guillotina ya cayó en desuso.

Charles cumple su condena en la prisión de Calais donde, como ayudante de cocina, pasa sus días quitándole las escamas a los peces de la costa que les sirven de alimento.


Douglas Wright

 

26 de julio de 2013

Mir y yo - (la risa de Mir)




 Mir y yo - (la risa de Mir)

 
La risa de Mir suena en mi planeta. (La risa de Mir suena en mi planeta de plazas y de otoños.)

“Suena en los árboles.
Suena en los pájaros.
Suena en las nubes.
Suena en el aire.”

Las plazas ríen cuando ríe Mir. Los otoños ríen cuando ríe Mir. Cuando ríe Mir mi planeta de plazas y de otoños es una risa grande y redonda.

Y ríen las hojas de los árboles (y ríen sus ramas, y ríen sus cortezas arrugadas). Y las nubes de otoño sacuden sus panzas y dibujan risas en el cielo. Y el piar de los pájaros suena a “Ji-Ji”.

Ah, pero cuando la risa de Mir suena en mi planeta, ¡el que más ríe soy yo!


Douglas Wright

  

17 de julio de 2013

El Jardinero Mágico



Al Jardinero Mágico le encanta su trabajo
porque se desarrolla en un marco natural.




(El Jardinero Mágico se publica regularmente en Imaginaria.)

Mi reloj de pared (la sombrita del alero)







La sombrita del alero
de la casa del vecino
me indica cómo va el día,
me dice qué hora es.

Finita por la mañana,
se hace fuerte al mediodía,
y se alarga por la tarde
hasta desaparecer.

La sombrita del alero
de la casa del vecino
es mi brújula del día,
es mi reloj de pared.




Las noticias del día (el cielo y el sol)



Las noticias del día (el cielo y el sol)


No son las noticias del día
que alegran mi día,
tampoco es mi cuenta bancaria
que me hace feliz,
ese sol que brilla en el cielo
me trae alegría:
¡el cielo y el sol me dan ganas,
ganas de vivir!


Douglas Wright


¡Sale el sol, vuelvo a vivir!



¡Sale el sol, vuelvo a vivir!


Sale el sol, vuelvo a vivir
(fueron diez días nublados,
tan húmedos, destemplados,
que parecía que nunca
iba a volver a salir).

El sol ha vuelto a salir
(un sol suave, un sol tierno,
este solcito de invierno,
ha salido nuevamente
y entonces, vuelvo a vivir).

El sol ha vuelto a salir:
¡sale el sol, vuelvo a vivir!


Douglas Wright


¡Primavera, primavera!...



¡Primavera, primavera!...


¡Primavera, primavera,
primavera en pleno invierno!:
un sol que brilla con ganas,
un sol nuevo, un sol tierno.


Douglas Wright


12 de julio de 2013

Como la primera lluvia



Como la primera lluvia
 
 
Todavía me acuerdo de la primera lluvia, de la primera lluvia que vi. Era como pedacitos de cielo, finitos y brillantes, que caían sobre la tierra, sobre el pasto, sobre el patio. La lluvia, ruidosa y rítmica, caía sobre todo.

Todavía me acuerdo del primer sol, del primer sol que vi. Era como un agujero en el cielo, un agujero de luz. El sol, callado y poderoso, brillaba sobre todo.

Todavía me acuerdo de la primera noche estrellada (igualita —idéntica— a la primera noche estrellada de todos los tiempos). (No era ausencia de luz sino presencia de oscuridad lo que andaba en el aire —una oscuridad profunda, radiante).

Y del primer pájaro (diciendo “se puede”, “volar se puede”).

Y de las primeras nubes (como montañas flotantes), y del primer árbol (como una mano de la tierra saludando al cielo).

Cierro los ojos y ¡ah!, casi me acuerdo del primer yo, del primer yo que fui...: como el primer sol, como el primer cielo, como la primera lluvia.


Douglas Wright


9 de julio de 2013

“Invierno” dice el invierno



“Invierno” dice el invierno


“Invierno” dice el invierno
en cada rama pelada,
y en cada pájaro solo
que cruza un cielo de nada.

“Invierno” dice el invierno
en el viento despemplado,
y en esas nubes que tapan
un pobre sol desmayado.

“Invierno” dice el invierno,
que golpea a mi ventana
con un gris de atardecer
destiñendo la mañana.

“Invierno” dice el invierno
que ronda por mi balcón;
y yo escribo “invierno”, “invierno”,
cobijado en el verano
que da mi calefacción.


Douglas Wright


6 de julio de 2013

Tú eres mi sol (de la mañana)


Versión libre, en castellano, de “You Are My Sunshine”.

Letra y música: Jimmie Davis y Charles Mitchell

Letra en castellano, guitarra y voces: Douglas Wright


Tú eres mi sol (de la mañana)


El sol que brilla
por la mañana
alegra todo
mi corazón,
brilla conmigo,
brilla que brilla,
alegrándome
esta canción.

Tú eres mi sol
de la mañana,
canta conmigo
esta canción,
canta conmigo,
canta que canta,
alegrándome
el corazón.


----
Canción: Tú eres mi sol (de la mañana)


5 de julio de 2013

Vidrio y fuego



La voz oculta del vidrio


A Cris...
(compañera en eso de encender fuegos
y hacer hablar a los vidrios)



Sonó la voz de la copa
frotando un dedo en el borde
(un sonido fuerte y claro,
más que una nota, un acorde).

Sentí que la voz me hablaba
en un lenguaje sonoro
(un lenguaje de agua y plata,
un lenguaje de agua y oro).

Surgió la voz de la copa
frotando un dedo mojado
(la voz oculta del vidrio,
un silencio iluminado).


Douglas Wright


----



Todos los fuegos


Cada vez que enciendo un fuego
enciendo todos los fuegos:
esos fuegos que serán,
aquellos fuegos que fueron.


Douglas Wright



Mir y yo - (cuando Mir viene)



Mir y yo - (cuando Mir viene)


Mir viene, está un rato, y se va. Mir viene a mi planeta, está un rato conmigo, y se vuelve, otra vez, a su planeta.

Mi planeta es un planeta de otoños y de plazas. Cuando Mir viene, los otoños son más otoños y las plazas son más plazas (los otoños son mucho más otoños, y las plazas son mucho más plazas).

Es raro, porque cuando Mir se va, cuando Mir se vuelve a su planeta, la ausencia de Mir es presencia de Mir. Es raro, porque aunque Mir no esté, Mir está (igual que está el otoño aunque no estemos en otoño, igual que está la plaza aunque no esté en la plaza). Igual.

Ah, pero cuando Mir viene, los otoños son más otoños y las plazas son más plazas.

Cuando Mir viene, Mir es más Mir, y yo soy más yo.


Douglas Wright


3 de julio de 2013

“Este, Este, Este, Este”



“Este, Este, Este, Este”


El tejado que está enfrente
me dice “rojo ladrillo”,
el cielo de la mañana
me grita fuerte “celeste”,
la luz que hay en mi ventana
dice “brillo, brillo, brillo”,
y mi balcón canturrea
“Este, Este, Este, Este”.


Douglas Wright


Gorriones de invierno



Gorriones de invierno


A las ramas de este árbol
sólo tres hojas le quedan,
las demás ya se cayeron,
este otoño, a la vereda.

En las ramas de este árbol
hay tres hojas que se mueven:
¡tres gorrioncitos de invierno
por las ramas van y vienen!


Douglas Wright


Mir y yo - (“Mir me quiere...”)




















Mir y yo - (“Mir me quiere...”)



“Mir me quiere,
Mir me ama,
Mir me cuida,
Mir me calma.”

Así estaba escrito, esta mañana, en todos los árboles de la plaza (de la plaza de mi planeta, de la plaza de mi casa).

¿Quién fue? ¿Quién lo escribió? No fui yo, pensé (pero debo haberlo pensado en voz alta porque los pájaros de mi planeta-plaza salieron volando).

“Mir me quiere,
Mir me mima,
Mir me cuida,
Mir me arrima”,
pensé yo (y pensé que “arrima” rima con “mima” —que “arrima” rima, volví a pensar). (Y que “arrima” mima, también.)

Pensador: bastante. Caminate de plazas y de otoños: muchísimo. Poeta: casi nada (pensé en voz baja —ahora que los pájaros habían vuelto a las ramas).

“Mir me quiere,
Mir me ama,
Mir me cuida,
Mir me calma”,
apareció escrito, y no fui yo.

Alguien o algo, que sabe de mis preocupaciones (y espía mis pesadillas), me quiso dejar un mensaje, y me lo dejó: en cada árbol de la plaza de mi planeta de otoños. (¡Y qué lindo fue encontrar el mensaje, esta mañana, cuando salí a caminar!)

Escrito con letras de aire y con letras de sol, como cosquillas en los troncos de los árboles:

“Mir me quiere,
Mir me ama,
Mir me cuida...”


Douglas Wright