30 de agosto de 2013

Mir y yo - (mensajes)



 Mir y yo - (mensajes)


Vivo solo (en mi planeta de otoños y de plazas) y, si bien mi higiene personal es algo que cuido, en las superficies horizontales de mi casa tiende a juntarse algo de plovo (“tierrita”, como la llamo yo).

De vez en cuando (muy de vez en cuando, en realidad), le paso un trapo a la tierrita que se junta sobre la mesa, el escritorio y los estantes de la biblioteca.

Fue en esas pasadas que descubrí los mensajes: primero un corazón, después un sol y, finalmente, una flor.

Mir viene a visitarme y, por un rato que parece una eternidad en miniatura, juega conmigo a ser más marcianos de lo que somos. Después, Mir regresa a su planeta (ése que me guiña un ojo las tardes de invierno).

Y ahí, sobre la mesa, el escritorio y los estantes de la biblioteca —dibujados en la tierrita—, quedan los mensajes de Mir:
un corazón infantil (para mi corazón infantil),
un sol (para mi cabeza, que va a mil),
y una flor (para mi alma, que tanto la necesita).


Douglas Wright


¿Cómo veo las cosas?






¿Cómo veo las cosas?,
no sé, ¿qué sé yo?;
así veo las cosas:
¡así las veo yo!

Cielos que sonríen
y nubes que cantan,
pastos que murmuran,
árboles que callan.

¿Cómo veo las cosas?,
no sé, ¿qué sé yo?;
así veo las cosas:
¡así las veo yo!

Calles que suspiran
y motos que ladran,
faroles que miran,
buzones que callan.

¿Cómo veo las cosas?,
no sé, ¿qué sé yo?;
así veo las cosas:
¡así las veo yo!

Senderos que sueñan,
canteros que cantan,
esquinas que esperan,
veredas que callan.

¿Cómo veo las cosas?,
no sé, ¿qué sé yo?;
así veo las cosas:
¡así las veo yo!



Paredes pintadas


“Árboles, árboles, árboles”






“Árboles, árboles, árboles”,
no me canso de nombrar,
con sus silencios profundos
nos enseñan a pensar.

“Árboles, árboles, árboles”,
¿qué más puedo yo decir?,
unen la tierra y el cielo:
¡nos enseñan a vivir!




22 de agosto de 2013

Mir y yo - (“¡Hola, Mir!”)


 
Mir y yo - (“¡Hola, Mir!”)


  
Mir viene a visitarme cada vez que puede. Aterriza su nave en la plaza de mi barrio. (Casi siempre es otoño en mi planeta de plazas.)

Mir baja de su nave espacial (su nave especial, como nos gusta llamarla) y camina por el sendero hasta el banco en el que estoy sentado esperándola (en el que estoy emplazado, como nos gusta decir).

No suenan violines ni trompetas cuando Mir baja de su nave. No surgen brillos ni resplandores cuando Mir camina hacia mí.

Ni cámara lenta entre campos de flores, ni flashbacks a otoños pasados (llenos de risas y abrazos). Nada de eso.

Sólo Mir que camina hacia mí. Y mi alegría al verla bajar de la nave y caminar por el sendero de la plaza (una alegría del tamaño de mi planeta de otoños).

Y por más que pienso y pienso (mientras estoy emplazado esperándola), siempre se me ocurre la misma bienvenida (con una sonrisa grande como mi alegría, y entre signos de exclamación): “¡Hola, Mir!”


  
Douglas Wright


Paredes pintadas


El pintor de la tarde





“Sólo me queda naranja”,
pensó el pintor de la tarde,
así es que lo pintó todo
con un naranja que arde.

Árboles, pasto, paredes,
todo naranja pintó,
y con un naranja que arde
a la tarde la quemó.





17 de agosto de 2013



Mir y yo - (el planeta de Mir)



Azul celeste, celeste verdoso, verde amarillento, todo sobre un cielo de invierno. (Es invierno en mi planeta de otoños. Es invierno en mi planeta de plazas.)

Abajo, justo sobre el horizonte (un horizonte de plazas), una franja de color rojo violáceo cruza el cielo de lado a lado.

Arriba, flotando sobre el rojo violáceo, un montón de nubes (como ballenas enormes, tranquilas, cansadas), vuelven a su casa.

Entre las copas de los árboles (enganchada en las ramas más altas), una luna finita, metida hacia adentro, tirita de frío.

Allá lejos, atrás de todo, titilando contra las últimas luces del día (como un barquito que envía señales luminosas —o como un faro que flota en el aire), un planeta me guiña un ojo: el planeta de Mir.



Douglas Wright

  

14 de agosto de 2013

Árboles marcianos



Estos árboles marcianos,
con sus troncos retorcidos,
son los árboles que quiero,
son mis árboles queridos.

Estos árboles marcianos,
con sus copas hasta el cielo,
son mis árboles queridos,
son los árboles que quiero.





La poesía más hermosa



Qué poesía tan linda,
el sonido del silencio
(con sus plips y con sus plops,
con sus ñics y con sus ñocs).

Es la poesía más linda,
el susurro del silencio
(con sus crics y con sus crocs,
con sus trics y con sus trocs).

La poesía más hermosa:
¡el silencio del silencio!
(................................,
................................).



12 de agosto de 2013

9 de agosto de 2013

Nonsenserías



Nonsenserías



Una bicicleta roja,
con el manubrio torcido,
quisiera ser pajarito
y descansar en el nido.

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Una antena parabólica,
que vive sobre un tejado,
de una linda chimenea
—parece— se ha enamorado.

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A este mar le gustaría
jugar, un rato, a ser cielo,
y con un batir de olas,
alegre, levantar vuelo.

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El tejado de pizarra
quisiera ser pizarrón,
y que el cielo le escribiera,
con su tiza, una lección.

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Una zapatilla vieja,
en el fondo del ropero,
suspira porque en la suela
se le ha abierto un agujero.

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A esa hojita de papel,
que está tirada en la esquina,
el viento la hace volar
como una golondrina.

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El televisor lo mira
con cara de sorprendido,
en el sillón, frente a él,
sólo está el gato dormido.

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Ésto no tiene sentido,
dijo alegre el “Sinsentido”,
¡pero qué lindo que suena
al corazón y al oído!



Douglas Wright

Los frutos mejores


 


Los árboles dan sus flores,
los árboles dan sus frutos
(esos silencios tranquilos,
esos silencios profundos).

Los árboles dan sus frutos,
los árboles dan sus flores:
esos silencios profundos,
esos silencios tranquilos,
que son sus frutos mejores.




Las compras en la feria



Las compras en la feria


Ah, las compras en la feria
me hacen volver al pasado,
la provincia, el pueblo chico,
donde nací y fui criado.

Ah, las compras en la feria,
esas compras callejeras,
vuelvo a la infancia del mundo,
a esas épocas primeras.

Ah, las compras en la feria,
vuelvo a ser chico otra vez;
¡el mundo vuelve a ser chico,
me parece que así es!


Douglas Wright


Ah, qué linda que es la feria




Ah, qué linda que es la feria


Ah, qué linda que es la feria
que, una vez a la semana,
se arma en la plaza del barrio
el viernes por la mañana.

Ah, la feria de mi barrio
con sus puestos bulliciosos,
puestos de huevos, de fiambres,
de pescados y de pollos.

Ah, qué linda que es la feria,
con sus toldos y sus carros,
que se arma los días de sol,
y también con lluvia y barro.

Ah, la feria de mi barrio
que, una vez a la semana,
le da alegría a mis compras
el viernes por la mañana.


Douglas Wright


7 de agosto de 2013

Susurros y murmullos




Susurros y murmullos


Los árboles de la plaza
escuchan mis pensamientos,
que son como los murmullos
de las hojas con el viento.

Los árboles de la plaza
me comentan, en murmullos,
que igual que mis pensamientos
son los pensamientos suyos.

Los árboles de la plaza,
escucho sus pensamientos:
los susurros y murmullos
de las hojas con el viento.


Douglas Wright


5 de agosto de 2013

Mi casa



M i casa no es algo que tengo,
mi casa es algo que soy;
mi casa es el nido en que vivo,
mi casa es al barco en que voy.