¡Qué cuadritos tan
hermosos!
¡Qué
cuadritos tan hermosos,
los
de este amigo pintor!
—esos
párrafos pintados
con
trazos como palabras
en
las cartas de van Gogh.
Querido
Théo:
Uno no
se puede imaginar un tapiz
tan
admirable como este pardo-rojo
profundo
en el ardor de un sol del
crepúsculo
de otoño, atemperado
por las
ramas.
Algunas
figuras de recogedores de leña
vagan
como conjuntos sombríos de
sombras
misteriosas.
El
gorro blanco de una mujer que se baja
para
agarrar una ramita seca contrasta
de
golpe con el rojo-pardo profundo del suelo.
Una
falda capta de pronto la luz, una silueta
oscura
de un hombre se levanta arriba del soto.
Un
gorro blanco, un capuchón, una espalda,
un
busto de mujer se perfilan contra el cielo…
Vincent.
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