30 de agosto de 2013

Mir y yo - (mensajes)



 Mir y yo - (mensajes)


Vivo solo (en mi planeta de otoños y de plazas) y, si bien mi higiene personal es algo que cuido, en las superficies horizontales de mi casa tiende a juntarse algo de plovo (“tierrita”, como la llamo yo).

De vez en cuando (muy de vez en cuando, en realidad), le paso un trapo a la tierrita que se junta sobre la mesa, el escritorio y los estantes de la biblioteca.

Fue en esas pasadas que descubrí los mensajes: primero un corazón, después un sol y, finalmente, una flor.

Mir viene a visitarme y, por un rato que parece una eternidad en miniatura, juega conmigo a ser más marcianos de lo que somos. Después, Mir regresa a su planeta (ése que me guiña un ojo las tardes de invierno).

Y ahí, sobre la mesa, el escritorio y los estantes de la biblioteca —dibujados en la tierrita—, quedan los mensajes de Mir:
un corazón infantil (para mi corazón infantil),
un sol (para mi cabeza, que va a mil),
y una flor (para mi alma, que tanto la necesita).


Douglas Wright


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