23 de mayo de 2012

El chico que estaba adelantado

   


     El chico que estaba adelantado
           
     Esa mañana, Miguel se levantó antes que él. Es decir, antes que él mismo.
     Fue al baño, y encontró que ya estaba cepillándose los dientes, y, mientras se lavaba la cara, notó que ya se la estaba secando.
     Todo el día fue así: mientras subía al colectivo vio cómo ya estaba sentado en el asiento del fondo, al lado de la ventanilla, en clase, levantó la mano justo después de haber respondido a la pregunta de la maestra, y, en el recreo, se colocó detrás de él mismo en la cola del quiosco.
     Comió los fideos mientras pelaba la manzana del postre, y se sentó al lado suyo a hacer la tarea (cada cosa que leía en el libro de historia parecía que ya la había leído antes).
     Miró un rato la tele antes de irse a la cama (los dibujitos animados empezaban y terminaban al mismo tiempo), y, por la ventana de su dormitorio, vio cómo brillaba esa luna que ya se había ocultado detrás de unas nubes.
     “Es normal, eso pasa cuando estás creciendo”, le había dicho su mamá mientras cenaban.
     De todos modos, al irse a dormir, Miguel retrasó un poquito el reloj que estaba sobre su mesa de luz.

          Douglas Wright
    
    

2 comentarios:

  1. Todo por culpa de un reloj adelantado, este cuento salio exagerado!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, Rocío!...

      Estaba muy "copado" con eso de exagerar al máximo.

      Eliminar