4 de abril de 2011

Luciano y su mamá - II




El agua, el fuego y la rueda


Chuf. Puf. Chuf. Puf... Sip. Sop. Sip. Sop... El plumero subía y bajaba por los marcos de los cuadros de la sala. La mamá de Luciano lo manejaba hábilmente con diestros giros de muñeca. Era el día de la limpieza general y Luciano colaboraba pasándole una franela a los muebles.
—Mamá, ¿el hombre primero descubrió el fuego y después inventó la rueda, verdad? —preguntó mientras tironeaba de la pollera de su mamá que ahora le pasaba el plumero a una ventana. En el vidrio se dibujó un plumero igual, pero al revés.
—Sí, hijo —respondió la mamá sin darse vuelta. Luciano se hizo a un lado. El polvo le hacía cosquillas en la nariz.
—¿Te parece que habrá inventado la rueda para escapar más rápido de los incendios?
La mamá bajó la mirada de la ventana y respondió:
—Es posible. Aunque creo que la rueda se usaba para poder transportar cosas pesadas con más facilidad.
—¿Como baldes de agua para apagar los incendios? —volvió a preguntar Luciano, con interés.
—No, eso no había sido inventado, todavía —la mamá estaba ahora limpiando un mueble alargado lleno de adornos, jarrones y platos decorados.
—¿Qué no había sido inventado todavía: el agua? —preguntó Luciano, asombrado.
La mamá sonrió.
—No, Luciano: el balde.
—Ah. ¿Y te parece que inventaron el agua después que descubrieron el fuego, para poder apagar los incendios, má?
—No, Luciano. El agua no fue inventada: ya existía en la naturaleza.
La mano de Luciano sostenía su mentón en un gesto pensativo.
—¿Entonces descubrieron el fuego para secar la humedad que provocaba el agua?
La mamá hizo un alto en sus tarea para responder:
—Puede ser, entre otras cosas. También para cocinar y para darse calor en invierno, supongo —y continuó plumereando los cuadros que colgaban de la pared.
—¿Por qué? ¿No tenían calefacción?
—No, todavía no había calefacción.
Luciano, de pie sobre la alfombra que estaba en medio de la sala, concluyó entusiasmado:
—Entonces la cosa está clara, má. El hombre primero descubrió el fuego para secar la humedad del agua que ya estaba en la naturaleza, y para calentarla y hacer sopa, por ejemplo; y después inventó la rueda para poder escapar más rápido de los incendios que producía el fuego, ya que todavía no se había inventado el balde, y menos aun el carro de bomberos. Y recién después, vino la calefacción.
La mamá, que se encontraba frente a un gran cuadro con la foto de su boda, respondió:
—Clarísimo, Luciano. Clarísimo.


Douglas Wright

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