“¡Qué bonito que está
el día!”
Todos
pensaron lo mismo,
justo
lo mismo que yo;
“¡qué
bonito que está el día!”
pensaron
todos a coro
—pajaritos
y abejitas,
mariposas
de color.
“¡Qué
bonito que está el día!”
—pensó
el banco de la plaza—;
“yo
prefiero estar aquí,
antes
que quedarme en casa”.
“¡Qué
bonito que está el día!”
—pensó
el farol de la calle—;
“en
un día como éste,
en
casa no hay quien me halle”.
Todos
pensaron lo mismo,
justo
lo mismo que yo;
“¡qué
bonito que está el día!”
pensaron
las nubes blancas,
los
árboles y las flores,
y
pensó el redondo sol.
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