Conocí la poesía de Machado —a
mis 20 años—
por aquél disco hermoso que
hizo Joan Manuel Serrat
a fines de los años ’60.
Muchos años después leí sus
poesías completas y,
siendo yo un impresionista,
me impresionó
su paisajismo, impresionista
también.
Aquí va una poesía
—destinada a ser canción—
acerca de ese Antonio Machado:
“¡Ese Machado, pintor!”.
¡Ese Machado, pintor!
¡Cómo me gusta Machado
—el Machado impresionista—,
pintando, con sus palabras,
esos campos de Castilla!
“Mira el incendio de esa nube
grana,
y aquella estrella en el
azul, esposa.
Tras el Duero, la loma de
Santana
se amorata en la tarde
silenciosa.”
“¡De amarillo calabaza,
en el azul, cómo sube
la luna, sobre la plaza!”
¡Ah, ese Antonio Machado
—como un Monet o un
Pissarro—,
pintando cielos, montañas,
caminos de polvo y barro!
“Nubes, sol, prado verde y
caserío
en la loma, revueltos.
Primavera
puso en el aire de este campo
frío
la gracia de sus chopos de
ribera.”
“¡Luna llena, luna llena,
tan oronda, tan redonda,
en esta noche serena!”
¡Ese Machado, pintor
paisajista, impresionista
—sus palabras, los colores
de una paleta de artista!
“¡Tristeza que es amor! ¡Campos de Soria
donde parece que las rocas
sueñan,
conmigo váis! ¡Colinas
plateadas,
grises alcores, cárdenas
roquedas!”
“Sobre los pinos del monte,
madona sobre la piedra
del áspero Guadarrama,
miras mi ventana abierta.”
Douglas Wright
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