6 de octubre de 2012

“Loco”

     No sabía qué día era (no estaba seguro, en realidad), pero sabía qué había en su corazón, y lo valoraba.
     Pensaba que dos más dos no eran cuatro (pensaba que “dos más dos” era una cosa, y que “cuatro” era otra), pero se las arreglaba para pagar las cuentas y para hacer las compras.
     Pensaba que los árboles de la plaza eran mejor compañía que muchas de las personas que conocía.
     Pensaba que no era bueno pensar tanto, pero no podía evitarlo.
     A veces, sin saber cómo, se encontraba en pleno otoño; otras, de repente, en primavera.
     (A veces se encontraba flotando por una mañana luminosa, y a veces, sumergido en lo profundo de una noche estrellada.)
     Había llegado al barrio, con su aspecto de viejo y de niño, y un día se marcharía (como se marchaban los otoños y las primaveras).
     “Loco”, le decían, y él se reía porque sabía que era cierto, y lo valoraba en su corazón.


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