Los autos están
dormidos
En
la calle de mi casa,
los
autos están dormidos;
descansan
de una jornada
—una
jornada agitada—
llena
de humo y de ruido.
En
la calle de mi casa,
de
una esquina a otra esquina,
los
autos están dormidos
—apagados
sus motores,
acalladas
sus bocinas.
En
la calle de mi casa,
los
autos están dormidos
—y
una gran luna redonda
vela
el sueño merecido
de
estas criaturas urbanas
de
metal, plástico y vidrio.
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