“Tarzán de los canteros”
El cantero era una selva. Y yo era Tarzán.
No tenía Mona Chita, pero tenía un autito rojo.
No tenía pelo largo sino el pelo cortito, muy cortito, con
unos rulos arriba.
No tenía lanza o cuchillo, pero tenía un revólver de cowboy
de plástico (y una estrella de sheriff de lata brillante con la que podía
encandilar a mis enemigos o mandarle señales a mis amigos).
No tenía elefante ni león amigo, pero tenía un montón de
bolitas de colores, y unas figuritas redondas de cartón con la imagen de unos
jugadores de fútbol que no conocía.
No tenía choza arriba del árbol ni lianas para colgarme,
pero tenía un libro del Príncipe Valiente (uno sólo, el primero), y una soga de
saltar (con unos manguitos de madera en las puntas como el mango de mi balero).
No andaba por adentro de la selva, como Tarzán, sino que me
quedaba en el borde del cantero, donde estaban los ladrillos viejos llenos de
verdín. Pero me metía con la imaginación y con la mirada, como se metería
Tarzán en el mundo civilizado que había quedado allá atrás, allá lejos.
El cantero era una selva. Y yo era igualito a Tarzán.
Igualito.
Douglas Wright
Soy Leandro de Tierra Del Fuego y conocí esta blog por un trabajo práctico que me dieron en el cole.
ResponderEliminarme gusto mucho tu pagina.
Me alegro, Leandro!...
ResponderEliminarGracias por comentármelo.
Un saludo hasta tu Tierra del Fuego.
Douglas.