Él dio un paso muy cortito, un pasito de nada, insignificante,
y quedó casi en el mismo lugar en el que estaba.
Después dio un segundo paso, tan corto como el primero,
y notó que había avanzado unos pocos centímetros.
El tercer paso fue más largo y más osado que los otros,
pero esta vez tuvo la sensación de que había retrocedido.
El cuarto paso fue tan sólo un paso más.
De repente, y sin dar más pasos, estaba en otro mundo.
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