Por cada cosa que uno quiere decir,
decir un símil.
Por ejemplo, en vez de decir que alguien
llamaba notoriamente la atención digo:
“pasaba tan desapercibido como una tarántula
en un plato de maicena”.
Más ejemplos de Raymond Chandler,
el gran maestro de los Dí-símiles:
“... de las orejas le crecía pelusa lo basatante larga
como para atrapar una polilla”.
“... un sótano que hacía un ruido parecido
al de las jaulas de los leones a la hora de comer “.
“Junto a la ventana había un sofá de caña.
Tenía... almohadones suficientes
como para rellenar un elefante”.
“Estaba tan vacío como el bolsillo
de un espantapájaros”.
“Tenía ojos brillantes, que querían parecer duros
y que parecían tan duros como los de una vaca
viendo pasar el tren”.
“... el cigarrillo quedó colgando de la comisura...
como si hubiera crecido allí”. (No podemos dejar
de pensar en “Boogie, el aceitoso”, de Fontanarrosa.)
“Me fascinaba aquel hoyuelo plantado
en mitad de su barbilla , una barbilla
carnosa y aguda. Ideal para jugar al golf.”
“Era un hombre de envergadura imponente,
rozaría el metro noventa y cinco y casi tan ancho
como un coche-cisterna”.
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